lunes, 14 de junio de 2010

El dilema actual de la gestión de las marcas: “Valores emocionales” Vs. “Experiencia”


Quizás es el momento de replantearnos la estrategia de gestión nuestras marcas. Esa es la duda que nos surge desde AMINT en estos tiempos de turbulencias económicas. No sabemos con certeza si cambiarán definitivamente las reglas del mercado pero de lo que sí estamos seguros es de que esta situación se mantendrá durante un largo período.

La semana pasada AMINT fue invitado por un cliente al festival Rock in Rio en Lisboa, evento en el que había montado un stand y otros elementos de comunicación de su marca. ¿Qué efecto tiene este tipo de comunicación en cómo se percibe la marca?

El principal cambio derivado de la crisis económica es que está apareciendo una forma muy diferentes de percibir lo que transmiten las marcas. Los elementos que más fuertemente inciden en este cambio de visión son; el alto protagonismo de la experiencia y el alto protagonismo del prescriptor, es decir, aquel que recomienda. Entregar lo que prometemos es básico y una manera de demostrarlo es que el consumidor, escéptico por el mal momento económico, lo compruebe por sí mismo. La marca no tiene en este momento ese poder hechizante de antaño, los clientes comparan las marcas y en función de sus percepciones de calidad hacen su elección. Son más infieles por naturaleza por lo que es importante permitir al cliente que experimente el producto o servicio para que constate que lo que prometemos cumple con sus expectativas. También es importante para generar esa seguridad necesaria en el cliente la recomendación de iguales (personas que comparten las mismas necesidades). Por eso muchas compañías han creado espacios para alojar opiniones sobre productos y servicios y han hecho uso del potencial de las recomendaciones de iguales como estrategia de venta.

Quizás en tiempos de crisis, con clientes escépticos, debemos gestionar nuestras marcas de manera diferente, fomentando la interacción, la experiencia, la recomendación, que quede claro que cumplimos lo que prometemos, y dejar temporalmente la comunicación basada en un imaginario con valores demasiado emocionales. En todo caso es un buen dilema.